lunes, 16 de noviembre de 2009

CON OJOS SINCEROS

Nube miraba por la ventana de la pequeña habitación del hospital, era una habitación llena de dibujos y de libros, símbolo de todo el tiempo que ya llevaba viviendo allí. No es que le gustara estar en un hospital, era irremediable, sabía que estaba enfermo, era un chico listo y sonriente, y como muchos niños guardaba un increíble secreto.
A través de su ventana Nube alcanzaba a ver el comienzo de un pequeño bosque de grandes y frondosos árboles. Allí, en aquel bosque, visitaba todos los días de otoño, siempre que su cuerpo se lo permitiera, a Azul, el espíritu del gran roble.
Azul era muy hermosa, era menuda y tenía una increíble melena ondulada de un raro, pero bello color azul verdoso, el mismo color de las hojas del gran roble.
Nube no entendía porque sólo él podía ver a Azul, cierto es que siempre había podido ver cosas que los demás jamás podían.
Ya había aprendido a mantener en secreto aquel don, porque muchos no lo entendían y otro tanto se molestaban al oírle hablar sobre aquellas criaturas que él, tan cercanas, amaba. Así que, Azul era su secreto, uno muy bien guardado, un amor único, pues desde el primer momento en que ella apareció ante él sabia que estaría siempre a su lado.
Lo que Nube comprendió con el paso de los años, gracias a la sabiduría de los espíritus del bosque y de los momentos con Azul, era que él era un «Alma», un humano que nunca perdería su inocencia e imaginación, únicas características que le permitían ver el mundo como realmente era. Aunque el precio de poseer unos ojos y corazón tan buenos era poseer un cuerpo, a la vez, muy débil junto a una vida humana corta para después, en el momento de unirse con la que sería su alma gemela, disfrutar de un cuerpo y una vida más reales, como su compañera.
Azul, por su parte, siempre esperó a Nube, desde el primer día que entró en el hospital y se asomó por aquella pequeña ventana. Nube, a los sinceros ojos de ella, tenía el pelo de un color azul verdoso, sabía lo que eso significaba, los sabios se lo habían dicho. Pero ella lo sintió, aquel latido especial en su pecho, Nube sería su alma.
Llegaba ahora para Nube el momento de vivir de verdad, sin secretos al lado de Azul, en el mundo que solo con sinceros ojos algunos pueden ver.

CORRECCIÓN TEXTO

TEXTO ORIGINAL

Un hombre el cual se le perdió su hija que era india. No sabía si la habían secuestrado o se la había llevado su mujer, pero la desesperación era grandísima. Al final se la encontraron muerta en un desván.

TEXTO MODIFICADO

Un hombre al que se le perdió su hija India no sabía si había sido secuestrada o se la había llevado su mujer. La desesperación era grandísima. Al final, la encontraron muerta en un desván.